El terremoto de la madrugada del 28 de julio de 1957 hizo que el edificio de departamentos de la esquina de Frontera y Álvaro Obregón, en la colonia Roma, cayera piso sobre piso, sepultando a 12 familias.
Ese fue el punto más trágico de aquel sismo que, además, derribó el Ángel de la Independencia, provocó 59 muertos y aceleró el cierre de media docena de enormes cines de la Ciudad de México.
El sacudón de tierra se originó en Acapulco, a las 2:40 de la mañana, con una fuerza calculada de 10 puntos en la escala de Mercalli. Las ondas sísmicas llegaron con fuerza de siete grados.
Excélsior tuvo tiempo aún de titular su edición del domingo 28 “Espantoso sismo”, y anunciar “espectaculares derrumbes”.
El primer saldo publicado en la mañana del domingo era de cuatro muertos, pero se advertía que el tamaño de los daños de los 25 derrumbes contabilizados hasta ese momento arrojarían más víctimas.
Además del incipiente recuento de daños, se dio cuenta de que la Victoria alada que coronaba la Columna de la Independencia, el simbólico Ángel, había caído, y yacía abollado, sin cabeza, al pie del monumento.
Los parroquianos que bailaban en los centros nocturnos de aquella madrugada salieron despavoridos hacia San Juan de Letrán, Juárez y Bucareli. Se calcula que un cuarto de millón de pesos dejó de pagarse en las cuentas de cenas y alcohol por la huida intempestiva.
Registro diario
Así cuenta la crónica del diario aquellos primeros momentos de terror: “Muchas gentes se habían lanzado a las calles vistiendo ropas menores y las tinieblas eran impresionantes, porque todo quedó sumido en la más profunda oscuridad, lo que contribuía a hacer más impresionante el cuadro”.
En las notas se describe que las escaleras de las aún novedosas unidades habitacionales Juárez y Presidente Alemán, se habían caído, dejando familias aisladas en sus pisos.
El techo de la entonces en construcción Nave Central de La Merced se vino abajo. En los hoteles, los turistas se apiñaron en los pisos inferiores ante el temor de un nuevo terremoto.
El regente Ernesto P. Uruchurtu y el presidente Adolfo Ruiz Cortines recibían informes y delegaban responsabilidades desde sus casas.
“El peor sismo de que se guarda memoria aquí”, señalaba la edición de mediodía de Excélsior, donde se relató que cientos de personas peregrinaron esa mañana a la Basílica de Guadalupe para dar gracias por sobrevivir al terremoto.
Así lo relató el reportero Carlos Denegri: “La capital de la República hace esta mañana el balance de sus ruinas, llora a sus muertos y pide a dios por su Ángel de la Independencia que esta madrugada cayó desde lo alto de su histórico pedestal a los pies de la ciudad aterrada”. “Son incalculables los daños materiales, algunas calles de la ciudad se han abierto, el temblor no respetó zona ni jerarquía sociales”.
La gran sorpresa de los capitalinos fue que la recién inaugurada Torre Latinoamericana quedó intacta por el terremoto. Ni uno de sus vidrios se rompió por el sismo.
Los caseros en la capital aprovecharon para lanzar a inquilinos a la calle, argumentando que revisarían edificios y les darían mantenimiento.
En los días siguientes se informó que el saldo total de muertos fue de 59 y se anunció que habría revisiones en edificios para garantizar que nunca más en la historia de la capital hubiera un desastre de esa magnitud.
Veintiocho años después, sin embargo, dos sismos causaron más de 10 mil muertos en la Ciudad de México.
Afectados
Además de la pérdida de vidas, algunos de los lugares más emblemáticos de la capital se perdieron para siempre; en otras partes de la República también se padeció la tragedia:
En la esquina de Frontera y Álvaro Obregón, en la céntrica colonia Roma, en el predio donde hoy hay un hotel, murieron 33 personas aplastadas y se calcula, según los reportes periodísticos, que unas cinco mil personas estuvieron atentas a los rescates tras las vallas policiacas.
Fueron cerrados los enormes cines Colonial, Ópera, Gloria, Goya, Titán, Majestic, Capitolio, Cineac, Roble, Insurgentes, Encanto y Cervantes, dejando a 70 cinematógrafos sin empleo.
No sólo el Distrito Federal sufrió daños por el terremoto. En Chilpancingo se derrumbó un tercio de las casas, y en el puerto de Acapulco se relata que el mar se retiró 30 metros y provocó un tsunami que arrasó la costera.
Fuente: Excelsior