lunes, 19 de diciembre de 2016

Las Posadas de Acolman


El Convento de San Agustín Acolman está construido justo donde vivieron los alcolhuas durante la época prehispánica Inicialmente dominados por sus vecinos de Texcoco y luego por los mexicas, los alcolhuas recibieron pacíficamente a los agustinos, una de las cuatro primeras órdenes religiosas en llegar a tierras americanas
Por su parte, los agustinos se mantuvieron siempre en el marco de un humanismo radical, que los hizo respetuosos de la moralidad de los indígenas y buscó los medios más ingeniosos para llegar a ellos y evangelizarlos
La pacífica reacción de los alcolhuas y el entusiasmo de los agustinos en su labor catequista propició un ámbito de enriquecimiento mutuo, que se hace evidente en la historia y arquitectura de Acolman
Un ejemplo de ello es la hermosa cruz atrial del templo, con relieves renacentistas y el rostro de Jesús en relieve justo en el cruce de los ejes Con extrema sensibilidad, los agustinos no se permitieron la reproducción del cuerpo crucificado, pues temieron que los alcolhuas lo relacionaran con el rito del sacrificio humano
Pero si bien evitaron que cualquier elemento católico recordara a los alcolhuas sus creencias pasadas, los agustinos aprovecharon coincidencias calendáricas para acercar a la población a la fe occidental Una de estas coincidencias fue la que dio origen a la tradición de las posadas Aquí la historia
Previo a la conquista, los alcolhuas celebraban durante el mes de Panquetzaliztli las fiestas consagradas a Huitzilopochtli, el dios de la guerra Dichas celebraciones caían entre el 7 y el 26 de diciembre, es decir, coincidían con la víspera de Navidad y la Noche Buena
Sin alterar la tradición local, a excepción del culto a Hutzilopochtli, los agustinos arraigaron la costumbre de las misas de “aguinaldo”, las cuales se enriquecieron y matizaron durante varios siglos, hasta convertirse en las tradicionales posadas
Si queremos una fecha oficial del inicio de estas fiestas, podríamos considerar la de 1587, cuando Fray Diego de Soria obtuvo el permiso del Papa Sixto V para celebrar las misas “de aguinaldo” entre el 16 y el 24 de diciembre en la iglesia de Acolman
Ya podemos imaginarnos el cuadro: al término de la misa, la población de Acolman se daba cita en el atrio para disfrutar la verbena, durante la cual los mismos indígenas, aleccionados por los agustinos, representaban pasajes o escenas navideñas que, al tiempo que promovían el arte del teatro entre los naturales, los acercaba también al catolicismo Eran noches frías y de árboles secos, pero el atrio se vestía de fiesta, y los alcolhuas, quizá en un principio por la inercia de sus antiguas celebraciones, vieron con agrado la idea de los religiosos y la enriquecieron con sus propias costumbres
Viendo esta disposición de los indígenas y también su gusto innato por el teatro, los agustinos consolidaron la representación de pasajes navideños y diseñaron una novena de oración En ella, resumían el viaje de San José y María de Nazaret a Belén, donde nació Jesús Esta novena de oración se cantaba y rezaba en las ocho noches previas al 24 de diciembre, fecha en la que culminaba la novena y se celebraba el nacimiento del Mesías
Durante estas peregrinaciones o posadas, las imágenes o figuras de María y José solicitaban alojamiento en las diferentes casas del barrio, lo cual permitía a toda la población involucrarse en la historia de los peregrinos
En su afán por sensibilizar a los alcolhuas en los valores del catolicismo, los agustinos promovieron también las pastorelas, historias en las que el bien y el mal, representadas en las figuras del arcángel Gabriel y el Diablo, se disputan las almas de los pastores, quienes pasan duras pruebas antes de llegar victoriosos a ver al Mesías en el pesebre
Las misas de aguinaldo y las representaciones decembrinas pronto se enriquecieron con el resplandor de las luces de bengala, los cohetes, el color de las piñatas y la dulzura de los villancicos Las nueve noches se iluminaron y adquirieron un brillo místico, cargado de una religiosidad que ha perdido con el tiempo
Durante la época colonial, la celebración de las posadas abandonó los atrios y se arraigó en los hogares y vecindades de las ciudades y poblados novohispanos La gente añadió el convite de los participantes a cenas generosas, donde las cocineras se lucían con exóticos sabores, característicos de las distintas zonas de la Nueva España Y para hacer redondo el goce, también se introdujo el baile, bien arraigado desde entonces en el gusto de los habitantes de la ciudad de México
Con estos y muchos otros elementos que añadió el pueblo a las posadas, estas celebraciones adquirieron un carácter menos solemne que el que tenía en sus inicios Actualmente, y de manera especial en las grandes ciudades, las tradicionales posadas son el pretexto para reuniones familiares o sociales, pero ha sido prácticamente despojadas del sentido religioso que les dio origen
Sin embargo, en Acolman las posadas siguen siendo las mismas Sus sobrios muros, que vieron nacer esta colorida costumbre, siguen siendo el mejor escenario para éstas Conforme se acerca diciembre, la gente de Acolman se prepara para celebrar la Navidad como antaño: misas, rezos, “pedir posada”, pastorela, piñatas, verbena, cohetes, luz, color
Es entonces cuando el antiguo templo cambia su apariencia sobria, y por esos días, ni la grandeza de las cercanas pirámides de Teotihuacan logra opacar su resplandor navideño Acolman parece regresar a sus primeros años de vida, cuando los agustinos, sin sospecharlo si quiera, dieron forma a una de las tradiciones más atractivas y antiguas de México.

Fuente: Proceso.com.mx

El Cascanueces Ballet

La obra fue estrenada el 17 de diciembre de 1892, en el teatro Mariinsky de San Petersburgo bajo la coreografía de Lev Ivanov, el libro de Marius Petipa y la música de Piotr I. Tchaikovsky.
La primera historia que se conoce de El Cascanueces está basada en el libro de cuentos de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann, titulado “El Cascanueces y el Rey de los ratones” (1816).
Sin embargo, el argumento que daría vida años más tarde al ballet de Tchaikovsky, deriva de una adaptación que Alejandro Dumas (padre) hiciera del texto de Hoffmann.
Ballet en dos actos y 5 escenas.
Acto I
Escena 1
Es Navidad. Entre los invitados que llegan a la casa de la familia Shtalbaun se encuentra Drosselmeier -el preferido por los niños. Impacientes, los pequeños esperan que en el árbol se enciendan las luces de colores.
Llega el mago con su regalo para los niños: un teatro de marionetas. La fiesta continúa; los abuelos también bailan superando los achaques propios de su edad mientras los niños juegan.
Las marionetas Colombina, Arlequino y Saracinos inician su baile. Todos están muy emocionados cuando el mago se quita su máscara: es Drosselmeier. Clara y Fritz, los hijos de Shtalbaun le piden a Drosselmeier que les regale las marionetas pero éstas ya se las han llevado. En su lugar les regala un ridículo muñeco cascanueces. Fritz arrebata el muñeco a Clara y lo rompe. Ésta le consuela echándole en la cama. Los invitados abandonan la casa después del baile para finalizar la fiesta navideña.
Escena 2
Ha anochecido y la habitación donde se encuentra el árbol adquiere un aire misterioso, casi milagroso.
Asustada, Clara va a ver a su muñeco enfermo Cascanueces. Melancólica observa como un búho se convierte en Drosselmeier mientras la mira con una sonrisa burlona.
A su señal, del suelo aparecen ratones encabezados por su Rey. Clara quiere huir pero las fuerzas la abandonan y sólo consigue acercarse al árbol que muy deprisa empieza a crecer, mientras todo a su alrededor cambia. Los soldados de plomo cobran vida y, encabezados por Cascanueces, inician una batalla contra los ratones. Las fuerzas son desiguales, van venciendo los ratones cuando Cascanueces se queda sólo ante el ejército de roedores.
Clara lanza un zapato al Rey de los Ratones y consigue ahuyentarlos. Cascanueces yace en el suelo. Clara se acerca a él: es un joven príncipe. Él la mira agradeciendo su ayuda.
Escena 3
La habitación se convierte en un bosque invernal. Unos levísimos copos de nieve bailan milagrosamente mientras una estrella del árbol atrapa a Clara y al Príncipe Cascanueces como en un sueño, introduciéndolos en una carroza que les conducirá hasta la cima del árbol.
Acto II
Escena 4
Juntos inician su viaje hacia la cima del árbol, pero los ratones les alcanzan entablándose una nueva batalla. En esta ocasión Cascanueces sale vencedor. Llegan al reino de los muñecos donde son recibidos por doce pajes. El Príncipe narra lo sucedido y cuenta como Clara le salvó, motivo por el que todos muestran su agradecimiento, celebrando una gran fiesta en honor de ambos.
Se despiden del reino de las Nieves y siguen su camino por el Río de la Limonada hasta llegar al Reino de las Golosinas donde la Reina de los Dulces los espera con un agasajo en su honor en donde varios bailarines de distintas partes del mundo bailan para ellos.
Escena 5
Finalmente, el mundo de ensueño de Clara se desvanece y ella se despierta dándose cuenta que todo ha sido un sueño.
Sus padres van a buscarla para que salga al portón a despedir a su padrino Drosselmeyer quien junto con Daniel regresa a su taller de relojes y muñecos.

domingo, 11 de diciembre de 2016

La historia de las Mañanitas a la Virgen de Guadalupe

El Sr. Carlos Salinas Saucedo fue el productor de “Las Mañanitas” a la Virgen de Guadalupe durante 45 años, hasta 1997.
Entrevistado por Desde la fe, comentó: “Empecé a trabajar en TV el 13 de septiembre de 1951. En diciembre de aquel año, el Sr. Emilio Azcárraga le pidió a Roberto Keni, quien se encargaba de los eventos especiales de Televisa, que fuéramos a la Basílica a transmitir desde ahí para que la gente pudiera ver a la Virgen de Guadalupe en los poquísimos televisores que había en México; sin embargo, en aquella ocasión, las autoridades no nos permitieron entrar porque pensaron que la gente se iba a molestar.
A partir de 1952 se comenzaron a hacer tres controles remotos. El primero a las 23:00 horas del 11 de diciembre, y el segundo a las 5:00 horas del 12 de diciembre; éste era muy importante porque a esa hora se reunían varios artistas de la XEW en la Glorieta de Peralvillo, luego de que salían de trabajar en los cabarets. Caminaban sobre la Calzada de Guadalupe y llegaban a la Basílica al rededor de la cinco de la mañana para cantarle a la Virgen.
“Todo era espontáneo, no había una organización. Había un micrófono colocado en la Colegiata y cualquier artista o trío lo podía tomar para cantarle a la Virgen. Así llegaron el maestro Ferrusquilla y otros artistas; incluso, recuerdo a un señor que tocaba melodías golpeando su serrucho. Nosotros transmitíamos todo eso desde las 5:00 hasta la 6:00 de la mañana. Luego cortábamos la transmisión para reanudar a las 11:00 de la mañana, calculando la hora de la procesión de la Bendición de las Rosas, a la que acudían obispos y otras personalidades. Ellos salían por la parte lateral de la Basílica antigua, caminaban por el costado y entraban por la puerta principal. En ese inter podíamos tomarlos con nuestras cámaras, pero no podíamos transmitir las ceremonias religiosas porque estaba prohibido. Así ocurrió hasta el año de 1955. El conductor oficial era Paco Malgesto, quien nunca falló a esta cita”.
“En la transmisión nocturna se invitaba a algún sacerdote o intelectual a que hiciera comentarios acerca de la Virgen. Entonces, Rafael Solana, lo tengo muy presente, dijo en 1955, faltando diez minutos para las 12:00 de la noche: “Faltan 10 minutos para la medianoche, cuando todo el pueblo de México le va a cantar las Mañanitas a la Virgen de Guadalupe”.
“Para esto, yo ya estaba dirigiendo la transmisión y miré a Gustavo Olguín, quien en aquellos días era el Director de Eventos especiales, y le dije: “Oye Gustavo, no hay Mañanitas”. Luego le dijo al floor manager: “Dile a Rafael Solana que no ande diciendo eso porque no están programadas las Mañanitas”.
“Nosotros estábamos en el camión de Control Remoto. Teníamos una cámara arriba del camión y equipo de luz para iluminar la fachada de la Basílica. Entonces le dije a uno de los ingenieros: ‘¿Cuánto te tardas en sacar un monitor y colocarlo arriba del camión?’. –Nada–, respondió.
“Entonces, un técnico subió el monitor y la gente se aglomeró para verlo. En ese momento mandé poner un micrófono y le dijo a Gustavo Olguín: ‘súbete al techo del camión y organiza unas Mañanitas’. Gustavo era muy hábil para eso. Se quitó la cachucha y dijo a la gente: ‘Vamos a cantar unas Mañanitas’. Todos hicieron un pequeño ensayo, y cuando llegó el momento, contó hasta tres y todos cantaron”.
Esas fueron las primeras Mañanitas, improvisadas, a un costado del atrio de la recién inaugurada Plaza de las Américas. Las Mañanitas fueron desde el exterior porque, como aún no había relaciones entre México y la Santa Sede, estaba prohibido transmitir desde el interior.
“Al año siguiente ya estaba Mons. Shulemburg como Abad de la Basílica de Guadalupe y a él le pedí permiso para llevar a un grupo de artistas con la intención de que cantaran a las 12:00 de la noche. Él me respondió que era difícil porque algunos padres del Cabildo eran muy conservadores, pero finalmente dijo: ‘tu tráelos, no a muchos, y a ver cómo le hacemos’”.
“Entonces invité a Lola Beltrán, la máxima voz; a María Victoria, que gozaba de gran popularidad; a Juan Torres, porque tocaba el órgano; invité a Tomás Méndez porque tenía mucha influencia en la XEW, a la Tariácuri que sólo fue uno o dos años, además de un mariachi. Total, cantamos en un rinconcito, salió en la TV y gustó. Y esto se repitió varios años. Con el tiempo mi problema fue organizar a todos los artistas que querían participar en las Mañanitas a la Virgen. Al principio sólo se transmitían en México, pero poco a poco se fueron agregando cámaras de otros países”.
Al Sr. Carlos Salinas Saucedo le llegaban reportes de que en Estados Unidos cerraban las calles y ponían los televisores en los aparadores de los comercios. Era una gran fiesta para esperar Las Mañanitas entre los migrantes. Todo esto ayudó a alimentar la fe y el fervor de los fieles.
“Hay que decir que los primeros años la gente cantaba, además de las Mañanitas, todo tipo de canciones. El Pirulí, por ejemplo, cantó Felicidad. Entonces empezamos a buscar que los compositores abordaran temas más propios para la Basílica. María Victoria, por ejemplo, estrenó más de 25 canciones para la Virgen de Guadalupe”.
Cuenta que en un momento especial fue Julio Iglesias, Raphael y otros artistas extranjeros famosos, pero a la gente le interesaban más los artistas mexicanos, como el Bukkie, “quien en cierta ocasión llegó a mi oficina y me dijo que quería cantar para la Virgen. Después de su presentación vendió 750 mil discos de su canción”.
También iban algunos toreros, como por ejemplo David Lisiaga, quien incluso en una ocasión llegó en silla de ruedas tras haber sido cornado.
“Hay cientos de anécdotas en torno a las Mañanitas. Por ejemplo, en cierta ocasión tuve necesidad de salir del camión de transmisiones, pero no pude porque había tanta gente acostada en el piso que me fue imposible bajar. A partir de aquella experiencia, al otro año llevé a mi hija y le pedí que hiciera algunas entrevistas a le gente, pues me dolía que estuvieran a la intemperie, con hambre, cansados… Cuando regresó mi hija me dijo que la mayor parte de las personas, lejos de expresar molestias, declararon que era el día más feliz del año, porque no importaban las penurias con tal de estar al lado de la Virgen de Guadalupe en su cumpleaños, y cantarle las Mañanitas”.