lunes, 30 de enero de 2017

A 48 DEL CONCIERTO EN LA AZOTEA...

El jueves 30 de enero de 1969 los cuatro componentes de ‘The Beatles’ ofrecieron su último concierto juntos y lo hicieron del modo más original que se les ocurrió: desde la azotea del edificio donde se encontraba el estudio de grabación y ensayo de Apple Corps, la empresa que ellos mismos habían creado para gestionar sus intereses personales y artísticos.

La relación entre los miembros de la banda se había resentido tras varias fricciones personales surgidos entre ellos y sabían que esa sería la última oportunidad que tenían para tocar juntos (la ocasión anterior en la que el grupo lo había hecho fue tres años antes, el 29 de agosto de 1966, durante la gira que hicieron por los Estados Unidos).

A lo largo de 42 minutos (sólo pudieron ofrecer medio concierto), los cuatro componentes de The Beatles (John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Star) junto al teclista Billy Preston (llamado por muchos ‘el quinto Beatle’) tocaron cinco canciones (algunas de ellas varias veces ya que se aprovechó la ocasión para filmar un documental y grabarlas para el que iba a ser un futuro disco), teniéndolo que interrumpir ante la presencia de varios "bobbies" de la policía londinense que acudieron hasta allí tras haber recibido la queja de algunos vecinos que protestaron por el ruido que salía de la azotea del número 3 de la calle Savile Row (muchos eran los ciudadanos que a esa hora se disponían a almorzar y encontraron molesto el hecho de que el  grupo de rock más grande de la historia decidiese dar un concierto al aire libre).


martes, 10 de enero de 2017

La Histórica Nevada de Hace 50 años

La noche del 10 al 11 de enero de 1967 la Ciudad de México registró una temperatura de cuatro grados bajo cero, y la urbe se cubrió de una capa de nieve de hasta un metro en algunas zonas de montaña.
Hace 50 años fue la última ocasión en que una nevada cayó sobre la ciudad de México. Comparado con aquellos días, los cinco grados centígrados que se viven las mañanas de inicios de éste 2017 aún están lejos de lo registrado hace medio siglo.
Las crónicas de la época relatan cómo la gente salió de sus casas a jugar con la nieve, los edificios y calles cubiertos de una capa blanca eran " de postal", sin embargo, la nevada desquició la ciudad.
Eran tiempos en que no existía la protección civil, no hubo cierres en las carreteras que ingresan a la ciudad pese a que tenían hasta un metro de nieve y cientos de automóviles quedaron varados.
Se requirió de palas mecánicas para despejar la nieve de las carreteras y permitir el flujo de autos hacia Puebla, Toluca y Cuernavaca.
Hubo casas que perdieron el techo, 41 indigentes murieron de frío en las calles ante su situación precaria, lo sorpresiva de la nevada y la incapacidad de las autoridades de aquel entonces para atenderlos.
Durante un par de días la nieve alcanzó hasta un metro de altura en las zonas de montaña, dejó aisladas poblaciones como Topilejo, San Miguel y Santo Tomás Ajusco y el poblado de Parres, los más lejanos a la mancha urbana.
En la ciudad, desde Tlalpan hasta Lindavista y San Juan de Aragón, de Naucalpan a Ciudad Nezahualcóyotl fueron cubiertas por la histórica nevada.
Pasada la nevada, Ciudad Nezahualcóyotl el deshielo provocó que las calles quedaran intransitables y ese naciente barrio quedara incomunicado del resto de la ciudad.
Una de las crónicas escritas para Excélsior relata que el "espectáculo maravilloso" y la "cortina de fino tul, formada por infinidad de copos de nieve que cayeron sobre la capital", "en las ventanas de miles de casas niños y adultos pegaban la cara a los cristales para ver la caída de la nieve" .
Para este miércoles se espera que la temperatura sea de entre 5 y 7 grados centígrados por la mañana, con "cielo despejado con bruma, ambiente frío por la mañana y templado por la tarde. Potencial de heladas en zonas de montaña y bancos de niebla o neblina en zonas de Valle de la región".
Fuente:Excelsior.com

sábado, 24 de diciembre de 2016

La Tregua de Navidad de 1914

Víspera de Navidad (24 de diciembre) de 1914. En plena Nochebuena, los soldados del ejército alemán comienzan a poner los escasos adornos de los que disponen en sus trincheras bajo el frío y la nieve, que no deja de caer de forma incesante. En ese momento, desde las posiciones británicas comienza a alzarse un sonido dulce cuando, desde los oficiales hasta los soldados, empiezan a cantar un emotivo villancico: «Noche de Paz».
Aunque lo parezca, no estamos narrando la perfecta película de Navidad que todos los canales emitirían estos días, sino uno de los momentos previos a la conocida como «Tregua de Navidad», el breve espacio de tiempo en el que los contendientes de la Primera Guerra Mundial abandonaron los fusiles para celebrar juntos –y por unas horas- estas fiestas.
Corrían por entonces momentos de gran dureza, pues Alemania había invadido Bélgica en julio con el objetivo de llegar hasta París y había sido detenida por británicos y franceses a cambio de una ingente cantidad de bajas. El frente se estancó. La situación no mejoró con la llegada del invierno, el cual trajo consigo lluvias, nevadas y una ingente cantidad de enfermedades en las trincheras, inundadas y comidas por los insectos.
Al no poder avanzar ninguno de los dos bandos sobre territorio enemigo, los días previos a Navidad terminaron apareciendo, fechas emotivas y que, sin duda, podrían mellar el valor de los combatientes (los cuales sentirían toneladas de nostalgia al estar lejos de sus familias en fechas tan señaladas). Por ello, los altos mandos militares redoblaron sus esfuerzos para que el correo pudiera llegar a tiempo hasta las trincheras y los soldados sintieran, aunque fuera mediante pequeños regalos como tabletas de chocolate o cigarros, el calor de sus seres queridos.

Llega la tregua

Se desconoce si fue el espíritu navideño, la morriña por estar lejos del hogar o el hartazgo por una guerra que ya había dejado miles y miles de muertos, pero lo cierto es que en la tarde del 24 de diciembre de 1914, los alemanes propusieron a gritos una tregua desde la trinchera opuesta.
«A última hora de la tarde los alemanes se volvieron divertidísimos, cantando y gritándonos. Dijeron en inglés que, si no disparábamos, ellos tampoco lo harían. Encendieron fuegos fuera de su trinchera, se sentaron alrededor y empezaron un concierto», explicaba en una carta a la que ha tenido acceso «Alfa y Omega» el sargento británico Bernard J. Brooks, uno de los presentes.
El día siguiente (en plena Navidad), y tal y como afirma el soldado británico Willie Loasby en una carta enviada a su madre desde el frente, se le encargó a él alzarse por encima de los parapetos y recorrer los 36 metros que separaban la trinchera británica de la alemana.
Su objetivo era el de acordar una tregua con el enemigo. La tensión se palpaba en el frío ambiente y, desde cada una de las posiciones defensivas, todos los combatientes tenían preparados sus fusiles de cerrojo por si algo salía mal.
Por suerte, nada malo sucedió y -como explica el militar en la misiva- conoció a un oficial alemán que le preguntó si había galos con ellos y bromeó afirmando que «diez franceses no hacen un inglés». Después de reírse un rato de los gabachos, el germano le dio a modo de presente seis cigarrillos y una tableta de chocolate antes de sugerir que podían jugar un partido de fútbol.
Loasby respondió afirmativamente y, sin más dilación se formaron dos equipos. «Lo que se me hace más raro es que en cada bando, y en otras partes, había gente que todavía combatía», determina la misiva.
Así lo confirma también el teniente alemán Johannes Niemman en una carta en la que explica que un soldado apareció cargando un balón de fútbol y, en pocos minutos, ya había comenzado el partido. «Ellos hicieron su portería con uso sombreros extraños, mientras que nosotros hicimos lo mismo. No era sencillo jugar en un lugar congelado, pero eso o nos detuvo. Mantuvimos las reglas del juego a pesar de que el partido sólo duró una hora y no había árbitro», determina el escrito.
De igual forma narra el suceso el general británico Walter Congravequien, a pesar de no haber acudido a la reunión por considerarse un objetivo demasiado valioso por su alta graduación, tuvo la oportunidad de hablar con sus subordinados del hecho.
«Ha pasado algo extraordinario. Esta mañana, un alemán gritó que querían una tregua de un día. Así que, con mucha cautela, uno de nuestros hombres se levantó por encima del parapeto y vio como un alemán hacía lo mismo. Uno de mis informantes me dijo que había podido fumarse un cigarrillo con el mejor tirador del ejército alemán, quien no tenía más de 18 años pero ya había matado a más hombres que cualquier otros 12 soldados juntos».
Fuente: ABC Historia