Cuando en 1908 el entonces presidente Porfirio Díaz declaró en una entrevista que México estaba listo para la Democracia y que veía con agrado la creación de partidos de oposición en el país; los hombres y mujeres que buscaban un cambio vieron en esas palabras los primeros indicios del “cercano progreso”.
Aquiles Serdán, el menor de tres hermanos, fue uno de los hombres con espíritu antirreeleccionista que apoyó, desde el inicio, a Francisco I. Madero; en Puebla, Serdán fundó el club político: Luz y Progreso el que editó el semanario La No Reelección y cuyo tiraje fue muy corto debido a la falta de fondos de los miembros del club. Es en este semanario en el que las primeras ideas revolucionarias comenzaron a difundirse, sus páginas presentaban la afirmación que aseguraba que la República sería salvada, no por los hombres acostumbrados a gobernarla en forma despótica, sino “Por los hombres que no hayan manchado sus conciencias cometiendo atentados contra la Ley”. Ante estas publicaciones e ideas, Díaz comenzó a vigilar a los hermanos Serdán, en especial a Aquiles.
Durante los siguientes meses Aquiles Serdán fue capturado y enviado, con frecuencia, a prisión. Su trabajo con Francisco I. Madero permitió la fundación del Partido Antirreeleccionista Local. Fue durante esta época cuando los planes revolucionarios comenzaron a tomar forma y Serdán viajó a la ciudad de México por armamento, el que adquirió de Arsenio Combaluzier, amigo y compadre de Porfirio Díaz. Es en la ciudad de Puebla donde Aquiles Serdán fue comisionado para levantarse en armas el 20 de noviembre de 1910, pero el 17 de ese mes el gobernador fue alertado del levantamiento de Madero, y después de un cateo en el que el nombre de Serdán aparecía como el propietario de las armas, el gobernador envió a la policía para registrar todo el lugar.
El 18 de noviembre, con armas en mano, después de haber sido alertado del posible cateo, Aquiles Serdán reunió a sus compañeros ya preparados para iniciar la Revolución Mexicana. Fue ahí, en un pequeño lapso de horas, cuando los hermanos Serdán brillaron en la historia. Máximo Serdán, hermano menor, fue de los primeros revolucionarios que lucharon en una notoria desventaja contra los casi mil soldados que el gobernador envió para terminar con los rebeldes.
Carmen Serdán, hermana mayor de Aquiles, fue de las pocas sobrevivientes de ese conflicto; ella subió armada al techo de su casa para incitar a los vecinos a unirse a la lucha, fue herida por una bala y, después del enfrentamiento, encarcelada junto con su madre en la cárcel de la Merced.
La lucha fue la primer batalla revolucionaria en la que Aquiles Serdán se levantó como el primer mártir de la Revolución. Serdán murió horas después de que el enfrentamiento terminara, cuando todos sus compañeros habían perecido y él logró refugiarse en un hueco en el que escondía armas; allí, a las dos de la mañana, con la casa llena de soldados buscando el cuerpo del autor intelectual del conflicto armado, un ataque de tos delató a Aquiles; fue herido de muerte y, además, recibió el tiro de gracia. Su cuerpo fue exhibido públicamente para alejar de toda idea revolucionaria a quien viera el cuerpo de uno de los primeros antireeleccionistas.
Pero su causa no fue en vano, Aquiles Serdán fue nombrado Benemérito de la Patria por el presidente Abelardo L. Rodríguez, mediante decreto del 11 de noviembre de 1932; desde entonces su nombre está grabado con letras de oro en los muros de la Cámara de Diputados: Aquiles Serdán (1876-1910).
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