Juan Pablo II previó la caída del muro de Berlín, dos años antes de suceder...
El 22 de octubre de 1978, al inaugurar oficialmente su pontificado, Juan Pablo II pidió al mundo que no tuviera miedo, que abriera de par en par las puertas a Cristo, que se abrieran las fronteras de los estados, de los sistemas económicos y políticos.
En junio de 1979, en la plaza en la que el régimen comunista hacia sus manifestaciones, Juan Pablo II ante un crucifijo de 15 metros de altura afirmó con fuerza que no se puede excluir a Cristo de la historia del hombre y de la sociedad. Días más tarde en Nova Huta defendió los derechos de los trabajadores. En Gniezna, cuna del catolicismo polaco, el Papa esbozó su visión del continente europeo que tenía que estar unido desde el Atlántico hasta los Urales por sus raíces cristianas comunes.
~El Papa afirmó que Europa tenía que respirar con sus dos pulmones, el de Occidente y el de Oriente~.
En agosto del 1980, 14 meses después de esa visita, se dio la huelga en los astilleros de Gdansk, bajo el liderazgo del electricista Lej Walesa. En las rejas del astillero los obreros habían colocado la imagen de Juan Pablo II y la de la virgen de Jasna Gora patrona de Polonia. El gobierno polaco tuvo que aceptar las reveindicaciones de Solidaridad, el primer sindicato independiente del este europeo.
Lej Walesa comentó en una ocasión que antes del viaje del Papa, contaba con 10 hombres.
Después, con 10 millones.
En 1981 fue un año dramático tanto para Juan Pablo II como para Polonia. El 13 de mayo, Juan Pablo II fue víctima de un atentado del que nunca se comprobó el autor intelectual; en diciembre, el general Jaruzelski, decretó la ley marcial. Años más tarde el general diría que se había tratado del mal menor, para evitar una invasión soviética.
Juan Pablo II viajó por segunda vez a Polonia en 1983, aún bajo la ley marcial. Mantuvo dos encuentros dramáticos con el general Jaruzelski, por más de 4 horas. Un mes después del viaje papal el general Jaruzelski levantó la ley marcial. Al ser escuchado como testigo para la causa de beatificación de Juan Pablo II, reveló que el papa le había hablado de patriota a patriota, lo había escuchado y había entendido las razones que lo habían llevado a decretar la ley marcial y con su actitud le había hecho entender que no había otro camino que el de iniciar un camino de reformas y democratización.
En 1985 llegó al poder en la ex Unión Soviética, Mijail Gorbachov, sin cuyo proceso de apertura y reforma, tampoco se podría entender la caída del muro de Berlín.
A mediados de los 80, cuando los propios alemanes ni siquiera soñaban con la reunificación, Juan Pablo II aseguró al actual arzobispo de Colonia, el cardenal Joachím Meisner, que sería «el primero de muchos alemanes del Este que vayan a Alemania occidental». Su fuente -añadió- eran sus servicios secretos de Arriba, y el entonces cardenal Ratzinger tenía asumido que se trataba de «misterios de fe» del Papa.
«Serás el primero de muchos alemanes del Este que vayan a Alemania occidental, y muchos alemanes del Oeste irán a Alemania oriental».
Juan Pablo II le hizo este anuncio al entonces obispo de Berlín, el hoy cardenal Joachím Meisner, en septiembre de 1987, al anunciarle su nombramiento como arzobispo de Colonia.
El Papa Wojtyla -explicó el cardenal Meisner- quería vencer con esas palabras los reparos del cardenal Meisner, que consideraba imposible, por coherencia, aceptar el nuevo cargo. En ese tiempo, el cardenal era Presidente de la Conferencia Episcopal de Berlín, y siempre intentaba convencer a sus fieles de que no huyeran de la República Democrática de Alemania, diciéndoles que «nuestra tarea está aquí».
La reunificación de Alemania parecía por aquel entonces tan lejana, que el cardenal no dio crédito a las palabras del Papa. «Santo Padre, no estás hablando ex catedra, sino ex banco del jardín», pues estaban en ese lugar del palacio de Castelgandolfo. Juan Pablo II reconoció que no hablaba «ex catedra, pero el Papa tiene razón».
Ante la seguridad del Santo Padre, el cardenal Meisner le preguntó si tenía información privilegiada de los servicios secretos. La respuesta fue: «Arriba está mi servicio secreto». Al día siguiente, movido por la sorpresa y la curiosidad, Meisner le preguntó a su compatriota, el cardenal Joseph Ratzinger, entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe: «¿Tú cómo te lo explicas?» Éste afirmó: «El Papa tiene sus misterios de fe, en eso no entro». Poco más de dos años después, caía el Muro de Berlín, un acontecimiento histórico.
En el mismo año de 1987 Juan Pablo II volvió por tercera vez a Polonia y ante el general Jaruzelski dijo que los polacos tenían derecho a la libertad, la justicia y la verdad. El general le confirmó que Polonia había iniciado ya su camino hacia la renovación y la democratización. Probablemente, ninguno de los dos se imaginó ese día, que dos años más tarde en Polonia se celebrarían las primeras elecciones libres en la Europa del este, de las que saldría elegido un líder no sólo no comunista, sino además católico. Los polacos eligieron a Tadeusz Mazowiecki, un intelectual reconocido, asesor de Lej Walesa y amigo de Karol Wojtyla. Cinco meses más tarde caía el muro de Berlín.
El 9 de noviembre de 1989 caía el Muro de Berlín, un muro de unos 50 kilómetros de largo y 4 de alto que durante 28 años dividió a Berlín Occidental de la República Democrática Alemana (RDA). Su eliminación significó el fin del régimen de la RDA y de los regímenes comunistas en Europa Oriental.
Mijail Gorbachov no tuvo reparo reconocer públicamente que la intervención de Juan Pablo II fue decisiva en los acontecimientos que culminaron, en noviembre de 1989, con el derribo del muro de Berlín y con todo el sistema comunista en Europa. Nadie discute hoy que sin los viajes del Papa a Polonia no se podría haber puesto en marcha el llamado «efecto dominó», que, partiendo del ejemplo polaco, contagió a las demás naciones marxistas del entorno, incluida la Unión Soviética, y terminó con la dictadura. En el primer viaje de Juan Pablo II a Polonia, poco después de ser elegido Papa, el 2 de junio de 1979, el nuevo Papa animó a sus compatriotas a plantarle cara al tirano.
Seis meses después de esas elecciones y 21 días después de la caída del muro, Juan Pablo II recibió en el Vaticano a Mijail Gorbachov. Fue un encuentro histórico.
Siete años más tarde, Juan Pablo II cruzó en Berlín, la puerta de Brandeburgo al lado del canciller alemán Helmut Kohl. Ese momento fue, para el papa polaco, un sueño hecho realidad.
Fuentes:
http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/mundo/la_caida_del_muro.php
http://www.serviciocatolico.com/files/juan_pablo_ii_y_la_caida_del_mur.htm
http://juanpabloinolvidable.blogspot.mx/2012/11/juan-pablo-ii-previo-la-caida-del-muro.html
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